Andalucía: Cañas y Barro
El miércoles nos levantamos muy pronto para ir a la lonja de Huelva. Parte de la práctica de campo consistía en identificar las especies comerciales presentes, buscar ejemplares poco habituales “traspapelados” entre las especies más comunes, camelar a los marineros para que nos las regalasen y prepararlas como futuro material de prácticas de laboratorio. Estos quehaceres nos mantuvieron felizmente ocupados hasta mediodía. Visitamos después las marismas del Odiel, que estaban a rebosar de limícolas de todas clases, incluyendo la que sería mi última especie nueva del viaje: el chorlitejo patinegro Charadrius alexandrinus; un precioso macho todavía con la nuca rojiza. Ya después de comer nos acercamos por primera vez a Doñana; Eldorado soñado de mi niñez naturalista. Visitamos el Museo del Mundo Marino de Matalascañas, donde se exponen muchos esqueletos de cetáceos varados en la playa y fidedignas reproducciones del animal vivo. Esa noche dormimos en El Rocío, que además de servir de lugar de celebración a la romería más populosa de España, está en el corazón mismo de algunas de las marismas más bonitas del Parque Nacional.
Al día siguiente el plan era visitar diversos enclaves marismeños y arrozales del Parque, pero nos quedamos a media visita debido a un inoportuno bache lleno de lodo que tuvo a bien el secuestrar nuestro autobús toda la mañana. Seguro que nos quedamos sin ver un montón de linces y otros bichejos, pero estas son las anécdotas que se recuerdan con el tiempo. Con el día ya de caída nos desplazamos hasta Jerez de la Frontera y allí pasamos la última noche.
El viernes fui de los pocos que se levantaron a las tres para ir a la lonja de El Puerto de Santa María. Ir fuimos todos, pero la mayoría optaron por directamente no acostarse. El plan de la lonja era el mismo que en Huelva, pero había mayor variedad de especies, incluyendo algunos atunes y tiburones de buen tamaño, como el zorro negro Alopias superciliosus de la derecha. Finalizada la mañana emprendimos camino de vuelta a Madrid, con una breve parada en Sierra Morena a comer que nos permitió elevar a 107 el número de especies de aves vistas durante el viaje.
Y así pasaron cinco días maravillosos, bajo un topiquísimo sol español que permitía estar todo el día en manga corta. Ahora quedan las fotos, y toca ponerse a estudiar en serio, que febrero ya está ahí. Aunque bueno: la Inmaculada, Navidades... ¡Qué mal planeado está el calendario escolar!
Al día siguiente el plan era visitar diversos enclaves marismeños y arrozales del Parque, pero nos quedamos a media visita debido a un inoportuno bache lleno de lodo que tuvo a bien el secuestrar nuestro autobús toda la mañana. Seguro que nos quedamos sin ver un montón de linces y otros bichejos, pero estas son las anécdotas que se recuerdan con el tiempo. Con el día ya de caída nos desplazamos hasta Jerez de la Frontera y allí pasamos la última noche.
El viernes fui de los pocos que se levantaron a las tres para ir a la lonja de El Puerto de Santa María. Ir fuimos todos, pero la mayoría optaron por directamente no acostarse. El plan de la lonja era el mismo que en Huelva, pero había mayor variedad de especies, incluyendo algunos atunes y tiburones de buen tamaño, como el zorro negro Alopias superciliosus de la derecha. Finalizada la mañana emprendimos camino de vuelta a Madrid, con una breve parada en Sierra Morena a comer que nos permitió elevar a 107 el número de especies de aves vistas durante el viaje.
Y así pasaron cinco días maravillosos, bajo un topiquísimo sol español que permitía estar todo el día en manga corta. Ahora quedan las fotos, y toca ponerse a estudiar en serio, que febrero ya está ahí. Aunque bueno: la Inmaculada, Navidades... ¡Qué mal planeado está el calendario escolar!
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