Lo dicho: Hasta en la sopa
Ayer por la mañana estuve tomando un café con Javi, que me contaba cosas de la semana que se ha pasado de prácticas ayudando a un anillador en el sureste de Madrid. Como el muy desgraciado se dedicaba a ponerme los dientes largos con sus zorzales alirrojos y sus búhos reales, le ataqué en donde más le dolía... “¿Sabes? Hace unos días paseando por el Botánico de ahí enfrente vi un picogordo...” Su cara de odio y envidia era lo que necesitaba para alegrarme el día, je je. Terminados los cafés, por seguir chinchándole, propuse ir a dar un paseo por el Jardín. Y ya casi acabando el recorrido, un pájaro marrón con una llamativa banda blanca saltó de un arbusto al suelo... “Mira, Javi, una hembra de pinzón” “Yo tengo los pinzones muy controlados, y la verdad eso...” Y eso era otro picogordo, su primer picogordo. Sólo hay una cosa que te dé más alegría que el añadir una especie a tu lista, y es el hacer que la añada otro. Así pues, todos contentos.
Pues bien, hoy he ido a estudiar a la Facultad por la mañana, y en un césped a escasos metros de la acera, un grupito de pájaros comía bajo los árboles: Dos carboneros, un gorrión molinero, dos pinzones... Y un picogordo. Ya os lo dije hace unos días... Para consternación de Vero, que todavía no ha visto ninguno ahora que parece que los regalan, la Ley de Hoffman no falla.
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