Carcasas y chirimoyas
Creo que ya he comentado alguna vez que en Madrid se puede comprar de todo. Algo que me ha llamado la atención es la gran cantidad de mercados que hay (estilo plaza de abastos, me refiero); en el barrio en el que vivo hay que conozca tres. Se me hace extraño, porque es algo que me hace pensar más en un pueblo que en una capital, pero basta entrar en uno para ver cómo disfrutan los madrileños de la charla en las colas de los puestos.
Viendo lo que abunda en los puestos uno puede hacerse idea de qué le gusta comer a la gente de por aquí. Por ejemplo, hay mucha fruta exótica, me imagino que por el tirón de los inmigrantes. Pero me hace gracia la chirimoya, que en Galicia prácticamente no se ve, porque aquí la venden casi como manzanas, en bolsas y a tanto el kilo. Y no la compran sólo los inmigrantes, qué va; hasta señoras “de Madrid de toda la vida”, con sus bolsas de chirimoyas.
Me hacen gracia también las pollerías, por la cantidad de “piezas” en que se puede dividir un pollo con algo de buena voluntad. La estrella es, sin duda, la carcasa: lo que queda de esqueleto de un pollo después de quitarle cuello, alas, pechuga y muslos; ¡y también se vende! En Galicia yo creo que como mucho te la regalarían para el perro... Otra de las reinas de la pollería es la gallina, que la gente se lleva entera o media gallina, quiero imaginar que para sopas.En fin, y mientras pasmo para el panorama, ya van dos viejas que se me han colado y otra que se me cabrea porque no le he guardado el turno mientras iba a por salmonetes...
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