Saetas de hielo
El esmerejón Falco columbarius es una especie de halcón ampliamente distribuida por las latitudes frías de Eurasia y Norteamérica. Es un animal muy pequeño, siendo el macho (en la foto) del tamaño de un mirlo y la hembra apenas mayor, pero lo que le falta de tamaño le sobra de arrojo, y no se arredra a la hora de perseguir y dar muerte a aves que le superan en talla. Especialista en cazar en medios abiertos, las aves europeas que nos visitan en invierno se instalan preferentemente en ambas Castillas, donde se convierten en la pesadilla diaria de las alondras y otros pequeños pájaros.
Otra ave que utiliza las campiñas cerealísticas para cazar en invierno es el aguilucho pálido Circus cyaneus, y entre ambas rapaces se ha establecido una especie de colaboración que les permite cazar con mayor eficiencia. El aguilucho es un excelente planeador, que recorre los sembrados a escasos centímetros del suelo para dejarse caer sobre cualquier cosa que valga la pena. Si un pajarillo que lo ve intenta escapar volando hacia las nubes caerá presa del esmerejón, que sobrevuela la zona a la espera de estas espantadas. Si, por el contrario, es un ave en vuelo la que intenta burlar el ataque del halconcito dejándose caer al trigal, acabará entre las garras del aguilucho. Resulta difícil saber si es la casualidad del encuentro la que hace que se establezca esta relación venatoria entre ambas aves, o si consiguen “ponerse de acuerdo” de alguna forma.
Ayer, desde el Talgo a Orense, vi un par de esmerejones. Uno se alejó volando raudo al paso del tren, y otro se peleaba en el aire con nada menos que tres milanos reales Milvus milvus. Lástima no haber podido bajar un ratito a disfrutar del momento; llevo tanto tiempo sin echarme los prismáticos a la cara...
Otra ave que utiliza las campiñas cerealísticas para cazar en invierno es el aguilucho pálido Circus cyaneus, y entre ambas rapaces se ha establecido una especie de colaboración que les permite cazar con mayor eficiencia. El aguilucho es un excelente planeador, que recorre los sembrados a escasos centímetros del suelo para dejarse caer sobre cualquier cosa que valga la pena. Si un pajarillo que lo ve intenta escapar volando hacia las nubes caerá presa del esmerejón, que sobrevuela la zona a la espera de estas espantadas. Si, por el contrario, es un ave en vuelo la que intenta burlar el ataque del halconcito dejándose caer al trigal, acabará entre las garras del aguilucho. Resulta difícil saber si es la casualidad del encuentro la que hace que se establezca esta relación venatoria entre ambas aves, o si consiguen “ponerse de acuerdo” de alguna forma.
Ayer, desde el Talgo a Orense, vi un par de esmerejones. Uno se alejó volando raudo al paso del tren, y otro se peleaba en el aire con nada menos que tres milanos reales Milvus milvus. Lástima no haber podido bajar un ratito a disfrutar del momento; llevo tanto tiempo sin echarme los prismáticos a la cara...
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