De intercambio en Madrid

Las aventuras de un SICUE gallego en la Villa y Corte

17.6.07

Hace 16 millones de años


Retomando las buenas costumbres de la vida madrileña, esta mañana mi hermano y yo nos hemos ido de museos. Este domingo ha tocado la Casa de San Isidro, donde está instalada una exposición con los restos paleontológicos y arqueológicos hallados en las faraónicas obras de soterramiento de la M-30. Madrid y sus alrededores se asientan sobre lo que en el Mioceno medio fue una enorme cuenca endorreica, similar al Okawango actual (Botswana); grandes planicies cubiertas por sabanas surcadas por muchos pequeños ríos que desembocaban en un gran lago interior. Y, como en el África más salvaje, atravesaban estos parajes grandes manadas de herbívoros y sus depredadores correspondientes. Gran número de sus fósiles han llegado hasta nosotros, para que algún paleontólogo emocionado los bautizara con nombres tan curiosos como Aceratherium simorhinum (“bestia sin cuernos y con hocico de mono”) o tan castizos como Hispanotherium matritense (“bejtia ejpañola y de Madrí”); ambos son rinocerontes, aunque algo distintos de los actuales.
En fin, que ha sido un bonito paseo con un mejor final... Es lo que tienen, los bocadillos de calamares...