Segunda primavera
En los lugares con clima mediterráneo no hay otoño; hay una segunda primavera. Las lluvias de las semanas pasadas y el calor de estos días han despertado al monte de su estivación. De la noche a la mañana la tierra reseca de los pinares que salpican el campo se ha transformado en un campo de hierba. Achicorias, hipéricos y cardos han decidido darse una segunda oportunidad y florecer por segunda vez, acompañando a las flores típicamente otoñales como el azafrán. Muchos árboles han hecho brotar parte de sus yemas y algunos, como los ciruelos negros, han echado incluso flores, flores que ya se van transformando en pequeños frutos... que nunca llegarán a madurar. Porque Madrid está lo suficientemente en el interior como para que esta primavera fugaz se vea pronto segada por un invierno gélido. Los árboles van amarilleando, y a los trinos habituales se ha unido uno nuevo: el del primer petirrojo de la temporada, que recién llegado de tierras norteñas proclama a quien quiera oírlo que está ahí, que es el más chulo y que no piensa compartir con nadie su trocito de césped...
3 comentarios:
Antón, tío, qué bien escrito: precioso.
Tú, que me ves con buenos ojos. De todas formas, tengo un buen maestro... (Durrell, por supuesto)
Al Puerto también ha llegado ya el primer petirrojo, pero aún no suena tan bien como en esta página.
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