“... hemos visto su estrella, y venimos a adorarle”Venimus adorare eum. Hemos venido a adorarle. Estas palabras de los Magos fueron el lema de la vigésima Jornada Mundial de la Juventud (Colonia, 2005), la primera de Benedicto XVI. Las casualidades de la vida quisieron que yo asistiese a la misma como parte de un grupo de franceses, en vez de con el de gallegos. Y entre los miembros de ese grupo estaba Jean. Jean Delvolvé es un parisiense veinteañero, estudiante de Musicología en La Sorbona, y violonista de un par de orquestas; y ahora también es mi amigo. Una de sus hermanas conoció a su novio madrileño, y actual marido, en la JMJ de París, en 1997. Ahora ambos viven en Madrid, y Jean me ha prometido que de este año no pasa, que se pasará por Madrid para ver a su hermana, a su cuñado y a su ahijada y sobrina. Y esperemos que a su amigo Antón... C’est fait, mon pote! Je prends ta parole...!
Mt II, 2b
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