Mañana de domingo
Tras instalar a mi hermana y a su novio en el metro camino de Barajas, mi hermano y yo fuimos a dar una vuelta por el Parque del Oeste. Pese a tenerlo como quien dice al lado de casa, nunca lo había recorrido más allá de la zona archivisitada del templo de Debod y la rosaleda.. Así que nos internamos por los recodos más “selváticos”, donde los grandes árboles crecen sobre pequeñas colinas entre las que se escurren algunos arroyos camino del Manzanares... Qué bonito, ¿no? Bueno, la verdad es que se notaba que acababan de abonar el césped, por el olor bastante fuerte que lo llenaba todo. Y además, estaba todo lleno de gente, domingueros “de interior” como nosotros, cada grupito ocupado en lo suyo: padres con niños, un grupo de familias de sudamericanos que debían de estar celebrando alguna fiesta, más o menos la mitad de los perros de Madrid; y un grupo de unos diez frikis (por llamarles algo) que recreaban una batalla, peleando con grandes espadas de plástico y disparándose flechas de verdad (aunque con la punta envuelta en corcho) con arcos de verdad...
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