De intercambio en Madrid

Las aventuras de un SICUE gallego en la Villa y Corte

4.6.07

Noruega (I): El país


¡Y tras tres semanas, de nuevo con vosotros! Os agradezco de corazón el que se haya mantenido la media de 30 visitas diarias, a pesar de que no hubiese actualizaciones; nunca pensé llegar a tener un público tan fiel...
Las agencias turísticas y los vikingos de vacaciones en Málaga han acuñado una serie de eslóganes para vendernos Noruega, y yo no voy a ser menos: Noruega, el país donde el queso es dulce (y asqueroso) y los caramelos salados (y más asquerosos aún). Oslo y sus alrededores, entre los que se incluye Ǻs, no son muy distintos de la costa cantábrica española: Suaves colinas que bajan hasta el mar, cubiertas de campos de hierba para las curiosas vacas braquicéfalas noruegas, trigales y pequeños bosquecillos que, eso sí, en vez de eucaliptos son de una miríada de especies de árboles fennoscándicos. El clima en mayo, suavizado constantemente por las aguas cálidas de la Corriente del Golfo (el agua en las playas noruegas está en verano bastante más caliente que la de las Rías...), llega a ser bastante agradable: con luz solar de 5 de la mañana a 11 de la noche, si el cielo está despejado a mediodía el termómetro supera los 20ºC.
La dieta típica noruega se compone a partes iguales por perritos calientes, pasteles y enormes vasos de café aguado. El gobierno, en un intento por limitar la tendencia al alcoholismo generalizada entre la población, se reserva el comercio de todas las bebidas alcohólicas menos la cerveza en tiendas llamadas descaradamente “El Monopolio del Vino” (como los estancos, vaya), que cierran a las 4. Por cierto, que el tabaco (y una especie de pasta de nicotina para chupar llamada snuff) se vende en los supermercados...
Noruega es un país rico; pero la verdad es que no se sabe dónde está esa riqueza. Las carreteras, incluso los accesos a Oslo, son bastante deficientes, y en general da todo una impresión ligeramente cutre. Eso sí, la gente paga sin problemas los precios desorbitados que se piden por cualquier cosa. Y de esa gente, de los noruegos, hablaremos en el próximo capítulo...

1 comentarios:

At 21:37, Anonymous Anónimo said...

Es cierto, el otro dia en el hotel, lecogi un caramelo a un cliente noruego y casi vomito

 

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