Mi amiga
“¡Ya te vale! ¡Escribiendo cosas bonitas de todo el mundo, y a mí lo único que has hecho es compararme con un mono...!” Como suele pasar con los enfados femeninos, éste me pilló completamente desprevenido... ¡Y yo que creí que la dejaba en buen lugar en aquella entrada! Además fue un ataque completamente visceral, engendrado por los celos más viles, al ver cómo una serie de Javis y Marios se iba apropiando del espacio de esta web... Pero además, fue un reproche más que justificado...
Conocí a Vero allá por octubre, cuando los SICUE’s hacíamos pacientemente cola delante del despacho de nuestra Vicedecana, esperando para solucionar nuestros papeleos. La volví a ver el primer día del curso, buscando caras conocidas al acabar la primera clase de todas, a la que había llegado con retraso; y ya no nos separamos más. Aquel 9 de octubre, paseando por el Botánico mientras contemplábamos los cazas que maniobraban sobre nuestras cabezas preparando la función del 12, nació una amistad que espero que dure para siembre.
¿Quién quiere una novia, teniéndote a ti? A ti, que soportas con paciencia las veces en que me sale la vena pedante, las veces que me meto con tu acento gallego de Ponferrada, las veces que hablando con mi familia te despacho con un impersonal “... la de León”, las veces que liado por Avutardos o Lagartijos he recurrido a tus apuntes para salvar un día perdido, las veces que... ¡yo qué sé! ¿Que estaba triste? Vero ¿Que me aburría? Vero ¿Que me enfadaba con mi hermano, con la carrera, con el mundo? Vero. Siempre Vero; siempre ahí, al final de la agenda del móvil.
Conocí a Vero allá por octubre, cuando los SICUE’s hacíamos pacientemente cola delante del despacho de nuestra Vicedecana, esperando para solucionar nuestros papeleos. La volví a ver el primer día del curso, buscando caras conocidas al acabar la primera clase de todas, a la que había llegado con retraso; y ya no nos separamos más. Aquel 9 de octubre, paseando por el Botánico mientras contemplábamos los cazas que maniobraban sobre nuestras cabezas preparando la función del 12, nació una amistad que espero que dure para siembre.
¿Quién quiere una novia, teniéndote a ti? A ti, que soportas con paciencia las veces en que me sale la vena pedante, las veces que me meto con tu acento gallego de Ponferrada, las veces que hablando con mi familia te despacho con un impersonal “... la de León”, las veces que liado por Avutardos o Lagartijos he recurrido a tus apuntes para salvar un día perdido, las veces que... ¡yo qué sé! ¿Que estaba triste? Vero ¿Que me aburría? Vero ¿Que me enfadaba con mi hermano, con la carrera, con el mundo? Vero. Siempre Vero; siempre ahí, al final de la agenda del móvil.
En febrero te cortaste el pelo. Ahora te pareces un poco más a tu homónima, salida del taller de Miguel Ángel; y por supuesto sigues siendo la más guapa de la Facultad. ¿Creías que estaba de broma, cuando desde Noruega te dije que después de la Misa eras tú lo que más echaba de menos? Gracias por presentarme a Jorge; epítome de cabeza bien amueblada y de persona que se deja la piel por los demás. Compañera de cafés, compañera de museos, compañera de descubrimientos ornitológicos desde la ventana del autocar; compañera del alma, compañera... Gracias por todo a ti, SLOSS.
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